En estos tiempos de vértigos tecnológicos, el creciente registro de múltiples aspectos de la vida cotidiana junto con la accesibilidad y la capacidad de almacenamiento y procesamiento de información, nos pone frente a la posibilidad de acceder a un gran caudal de información para la construcción de datos. Está allí escondida, disfrazada o entretenida en algún baile, pero nadie duda de su presencia.
La responsabilidad en la gestión de cualquier recurso está siempre presente, particularmente en un contexto económico complejo y restrictivo. Emplear datos disponibles ya elaborados y la generación de datos a partir de la información disponible se presentan como una alternativa atractiva (y lógica) a la hora de realizar un uso consciente y responsable. Tanto en términos económicos, de recursos humanos y ambientales como respetuoso con las personas que participan de cualquiera de las instancias de nuestro estudio.
Esta parada conceptual implica reconocer e identificar las múltiples fuentes posibles de información así como también apasionantes desafíos metodológicos para su curaduría y análisis. Existen diversas formas para llevar adelante lo que entendemos que es el uso sustentable de datos.
En esta oportunidad de conversación a través de DIMM, queremos reflexionar sobre tres de estos recursos, cercanos, que ya están en nuestra cotidianeidad: en primer lugar, valorar los datos existentes generados por organismos u otros investigadores, con fines distintos a los de la propia investigación -los llamados “datos secundarios”. En segundo lugar, transformar en datos la información comunicacional disponible de manera pública que es producida en un continuo de interacciones de personas y organizaciones -a fines operativos le diremos “ambiente comunicacional”-. Y por último, aprovechar los datos estructurados existentes pero que no fueron concebidos originalmente para el análisis (como sí lo son los “datos secundarios”) sino que su creación responde a fines específicos de registro y gestión de procesos internos, por fuera de objetivos de investigación -en sentido amplio, “registros administrativos”-.
Se alinea así con la necesidad creciente de las organizaciones de fortalecerse a través del cuidado y buena gestión de la información generada por ellas mismas. Hasta aquí suena todo muy razonable, pero es fundamental dar relevancia a los desafíos de este enfoque: aprender a seleccionar y construir en función de los objetivos específicos de nuestro estudio, cuidar la coherencia metodológica y la exigencia mayor de conocimientos técnicos para asegurar su solidez a lo largo de todo el proceso de investigación.
Volvamos entonces a mirarnos interviniendo, convirtiendo información en datos desde estos tres abordajes pero con una lente más poderosa, que muestre también sus impactos, sus mecanismos internos de creación, sus posibilidades y dificultades: ¿cuánto es el esfuerzo de la curaduría? ¿Qué acciones de regreso a territorio incluye su limpieza? ¿Es este proceso posibilitante de nuevas construcciones de datos o de mejora de registros para lecturas futuras? ¿Se pone en riesgo la solidez del conocimiento resultante en algún punto del proceso?
En general la respuesta es que sí vale la pena: es más eficiente, impacta positivamente y agrega valor. No es más fácil, pero es mejor. ¿Acaso no estamos aprendiendo también a ser personas más responsables en nuestros consumos cotidianos?
Traemos algunos casos concretos donde validamos que se puede hacer un uso sustentable de los datos tanto en sector público como privado:
• Un ejemplo del uso de datos administrativos fue la respuesta al requerimiento de una empresa que buscaba conocer las brechas de género existentes en su organización para diseñar políticas internas que permitieran reducirlas. Se solicitó los registros con la información de salarios, puestos, área por género de todas las personas empleadas para tener una base inicial de diferencias de segregación horizontal por áreas, segregación vertical por puesto y brechas de ingresos.
• En la “Consultoría para la elaboración de un “Plan estratégico para fortalecimiento del mercado laboral en el sector” realizada para la Secretaría de Minería de la Nación, se combinó el uso de datos secundarios y datos administrativos. Por un lado se utilizó el Censo Nacional a la Actividad Minera del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Por otro, para detectar las brechas de formación específica se construyó una base de carreras universitarias y terciarias en todo el país desde el catálogo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET).
• Por último, en el estudio “Sexo y Poder ¿Quién manda en Argentina II?” realizado para ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) se recurrió a la transformación de información del ambiente comunicacional en datos. El objetivo central era conocer cuál es el lugar que han alcanzado las mujeres en los espacios de máxima decisión en distintos ámbitos de la vida social, política, económica y cultural del país. Para eso se realizó la búsqueda sistemática de fuentes de información primaria producida y publicada en sitios de internet oficiaoficiales por los organismos e instituciones públicos y privados seleccionados. Se relevaron 9469 instituciones donde se registraron 37.964 puestos de primer y segundo nivel jerárquico.
El camino ante el problema de investigación es volver a la pregunta inicial e indagar si ya tenemos datos o información que podrían aproximar una respuesta. Si es así, el siguiente paso es entender cómo los tenemos que trabajar para poder asomarnos a lo que tienen para contar.
LA BÚSQUEDA DEL EQUILIBRIO
Estos conceptos ya son muy conocidos pero proponemos que deben ser abordados de un modo diferente. Esa necesidad de reinvención es la que marca estos tiempos de búsquedas de nuevos puntos de vista sobre los interrogantes humanos (y de la investigación) de siempre.
Nuestra industria sabe adaptarse y creemos fundamental entender el rol que nos toca. Se dice que el research tiene responsabilidad sobre la narrativa de la sustentabilidad en cuanto aporta los datos para nutrir los conceptos. Sin embargo, no puede hacerlo si realmente no cambiamos también las decisiones y hacemos una gestión inteligente, responsable y por lo tanto sostenible, también durante el proceso de construcción de todos nuestros datos.
Equipo Punctum