En un contexto de inflación, los programas de relacionamiento y fidelización son esenciales. Los marketeros pueden retener más fácilmente a sus consumidores mostrando las ventajas financieras de permanecer con la marca. A mayor vínculo, mayor consumo; a mayor consumo, mejores resultados.
El escenario YTD es bastante desalentador: supermercados -10,7%, autoservicios independientes -7%, farmacias -20%, kioscos y tiendas -11,8%, mayoristas -8,4%. A excepción del comercio electrónico, que mantuvo un desempeño positivo del 6,8%, todos los canales han sido castigados.
Los NSE (Niveles Socioeconómicos) medios-altos y altos, ante la caída sistemática del IPC, ya no tienen apetito por stockear, y en la base de la pirámide, con salarios informales, la recomposición aún no ha surtido efecto. En ambos casos, se observa un desempeño negativo en casi todos los índices.
En julio y agosto, la industria empieza a mostrar otros números: producción de autos +37,9% vs. MoM (ADEFA), ventas minoristas +8,7% vs. MoM (CAME), préstamos en el sector privado con tres meses positivos +9,6% vs. MoM, faena vacuna +23,9% vs. MoM (SAGyP), despacho de cemento +20% vs. MoM (AFCP).
Hemos pasado de un periodo de inflación con consumo, a uno de recesión sin consumo y ahora parece que podríamos estar entrando en una recesión con consumo cauteloso. Las acciones de marketing deben adaptarse a estos cambios; si cambia el contexto, cambia la estrategia. Sin embargo, los programas de relacionamiento no siempre se ajustan al ritmo de la economía.
Sin ignorar —en absoluto— las complejidades del "behind the scenes" en la gestión de los programas de relacionamiento y fidelización, queremos compartir, a grandes rasgos y sin entrar en detalle, cómo cambia un programa según las expectativas del consumidor según el contexto.
En cualquier contexto económico, los programas de relacionamiento bien diseñados pueden marcar una gran diferencia: son capaces de generar hasta 3 veces más engagement, aumentar la lealtad hasta 5 veces y triplicar los ingresos en comparación con los programas convencionales. Por eso, es crucial ajustar las estrategias y bailar al ritmo tanto de la economía como del comportamiento del consumidor, garantizando así resultados óptimos en cualquier escenario.